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¡Es el relato, estúpido!

¡Es el relato, estúpido!

La constitución este sábado de los más de 8130 ayuntamientos españoles, con la elección de sus respectivos alcaldes, será el pistoletazo de salida para una nueva etapa en cada corporación y también en diversas comunidades autónomas. Una vez finalizado ese proceso de negociación para reunir los votos suficientes de cara a la investidura, empieza una nueva batalla, la del relato político.

¿De qué forma comunica una administración sus logros? ¿Cómo se diferencia un nuevo gobierno -o una nueva etapa del mismo- y establece su propia identidad? Ambas preguntas podemos resolverlas profundizando en la importancia del relato político.

La construcción de un sello de identidad propio bien articulado nos permite influir en la percepción pública gracias a mensajes claros y coherentes. Al mismo tiempo, asienta los principios y valores primordiales de una administración creando así un sello único, lo que le ayuda a dicha institución a generar una mayor confianza en los electores gracias a un relato motivador que alimente la participación ciudadana, algo especialmente necesario en un contexto de tanta desafección como el actual.

Por otra parte, ese relato nos ayuda a hacer más simples ideas complejas y construir mensajes claros, un factor que permitirá establecer una comunicación claramente efectiva entre ambas partes -gobiernos y ciudadanía-. Paralelamente, generar un discurso-paraguas lo suficientemente amplio como para enmarcar todas las acciones de gobierno contribuirá a una mejor identificación de ese proyecto global de municipio, apreciando más claramente el tronco común que las une.

En las elecciones municipales del pasado 28 de mayo, en Atalaya hemos tenido la oportunidad de participar en primera persona en la construcción de relatos políticos, tanto para nuevos candidatos a alcaldes como para regidores que se presentaban a la reelección.

Y ya que estamos hablando de política, vamos a parafrasear el célebre ‘¡Es la economía, estúpido!’, lema acuñado por James Carville para aupar a Bill Clinton en 1992. Con ella pretendía convencer al resto del equipo de campaña de Clinton de la importancia de los aspectos económicos en esa campaña electoral… así que seguro que lo del relato ya lo tienes más que claro.

Patricia Martínez

Soy Patricia, graduada en Periodismo y máster en Comunicación Política. Mi afición por la danza hace que afronte nuevos retos confiada en cada paso.