¿A quién no le han dicho alguna vez eso de “tenemos que hablar”? Da igual el contexto y la persona que te lo envíe: ni con la película más terrorífica se pasa tanto miedo. Todavía con el Halloween que acabamos de pasar bien reciente, ofrecemos algunos consejos útiles que manejamos como agencia en situaciones de este tipo.

El día a día en una agencia de comunicación puede asemejarse por momentos a una película de terror: cuando parece que el protagonista lo tiene todo bajo control, recibe un hachazo de la nada que, como espectador, te mete un susto de muerte –literalmente–. No queremos caer en la exageración. Por supuesto, cuando las cosas funcionan con normalidad nuestro trabajo es muy agradable y gratificante. Sin embargo, no todo sale siempre como tenemos planificado.
Por suerte, en la vida real nadie vendrá a asaltarnos con un arma blanca –esperemos–. Todas las situaciones, incluso las que más tensión nos generan, tienen solución. Para ello necesitamos calma, sangre fría y capacidad resolutiva en instantes en los que las revoluciones están al máximo. Esta soltura se adquiere, como casi todo en la vida, gracias a la experiencia y el aprendizaje que dan los aciertos… y, sobre todo, los errores.
Acabamos de pasar hace unos días Halloween, ese momento del año en el que apetece quedar de noche con los amigos, sentarse alrededor de una hoguera e irse turnando para contar historias totalmente inventadas como si fueran reales, cada cual más aterradora que la anterior. En Atalaya Comunicación lo hacemos también, pero a nuestra manera: hoy repasamos algunos de los mensajes de clientes que más miedo nos provocan y te explicamos cómo los afrontamos.
- “Tenemos que salir con esto ya: te comparto los materiales en cuanto pueda” (un viernes a las 14:30): ese momento en el que estás fichando tu salida y bajando la tapa del ordenador para encaminarte hacia el fin de semana, pero recibes un mensaje con una necesidad de última hora y totalmente urgente es realmente terrorífico, sobre todo porque esa urgencia rara vez viene acompañada de los materiales para poder atenderla con esa premura que se nos exige. No obstante, hay una cosa que debemos entender, y es que, cuando se trata de comunicación, los horarios pueden ser toda una quimera. En nuestro caso, trabajamos con empresas y entidades de sectores muy dispares, cada una con su ritmo laboral y su público particular. Por ello, siempre aplicamos flexibilidad, capacidad de anticipación y mucha solvencia para resolver situaciones de este tipo.
- “Sé lo que quiero, pero no sé explicártelo: ve trabajando y, sobre eso, vemos cambios”: uno de los planteamientos más terroríficos por lo que supone sobre ir completamente a ciegas con respecto a las necesidades del cliente. Si él no es capaz de transmitirnos qué pretende, ¿cómo vamos a dar con la tecla de lo que tiene en su mente? Lo más sorprendente es que acabamos encontrando ese punto que quiere… pero con muchas más horas –y, por supuesto, con muchas más rondas de cambios– de las que preveíamos al inicio.
- “Necesitamos la propuesta comercial para ya porque queremos tomar una decisión esta misma semana”: de todos los mensajes, este es uno de los que más nos asusta, porque normalmente estas prisas del cliente vienen acompañadas de un ‘ghosting’ supremo una vez que hemos construido esa propuesta personalizada, con esa aproximación de estrategia y ese estudio del cliente y su sector que necesitamos hacer para construir el plan. La experiencia nos indica que ese cliente no es el que estamos buscando en Atalaya, dado que rara vez respeta los tiempos necesarios para un trabajo de calidad como el que nos caracteriza.
- “Queremos tener una reunión con vosotros cuanto antes”: las reuniones urgentes pueden sonar a mala señal, pero es necesario mantener la calma y no sacar conclusiones precipitadas. En estos casos hay que mostrar flexibilidad y, dentro de lo posible, tratar de adaptarse a las exigencias del cliente. Una vez cara a cara con él, ya sea de forma presencial o telemática, debemos abordar el asunto con la mayor serenidad y seguridad posibles, escuchando atentamente el punto de vista de la otra parte y ofreciendo nuestra perspectiva de manera transparente, clara y respetuosa. Tender puentes y generar un ambiente de confianza mutua es fundamental en la relación con cualquier persona, ya sea en el ámbito profesional o fuera de él.
Como ves, no todas las historias de terror terminan con el protagonista siendo destripado entre terribles sufrimientos. En una agencia de comunicación tendremos que enfrentarnos periódicamente a situaciones estresantes como estas que te acabamos de describir, en las que es necesario tomar decisiones urgentes y escoger el camino correcto bajo la presión del tiempo, el cliente y la que nos autoimponemos a nivel interno. En algunos casos, por supuesto, nos equivocaremos. Sin embargo, en muchos otros seremos capaces de salir airosos y reforzados, ya que es en esos momentos en los que más se aprende.
